
Sobre el oro de hacerse cargo
En nuestra sociedad contemporánea, la educación, ese lugar común al que atribuimos todas las causas y consecuencias, sigue reproduciendo un modelo. Cabe recordar que el modelo educativo actual está cimentado en el modelo prusiano de enseñanza y el modelo fordista de producción.
En cuanto al modelo prusiano, sus características incluyen aulas estructuradas jerárquicamente y con disciplina estricta, donde la autoridad del maestro es incuestionable. Se fomenta la enseñanza masiva, con un enfoque en la memorización y un currículo estandarizado que no presta atención a la diversidad. En resumen, el objetivo era crear ciudadanos obedientes, trabajadores disciplinados y soldados leales, lo que convirtió este modelo en una herramienta de control social.
Por otro lado, el modelo fordista, si bien representó un avance en el siglo XX con la producción en cadena y el trabajo especializado, hoy en día presenta ciertas limitaciones. La personalización (el diseño de productos a medida de cada consumidor) ha comenzado a reemplazar en varias industrias a la producción en masa. En cuanto al trabajo especializado, las empresas ahora buscan más personas en forma de T (polímatas, personas con habilidades multidisciplinarias) para enfrentar los fenómenos económicos, sociales y financieros de los mercados. Esto se debe, en parte, a la irrupción de la IA, los mercados laborales globales y el outsourcing masivo de servicios.
Estos paradigmas, entre otros, condicionan mentalidades, conductas y hábitos, que se manifiestan de la siguiente manera:
- Mentalidad subordinada: Las personas interiorizan la idea de ser inferiores, pequeños, inexpertos o incapaces, lo que genera una percepción repetitiva de inferioridad en los individuos.
- Victimismo: Al verse como subordinados, los sujetos se ven privados de voluntad y responsabilidad. Siempre consideran que «los otros» son los que controlan su vida, mientras ellos se sienten desempoderados, como simples herramientas o recursos prescindibles.
- Falta de desarrollo personal: Debido a su condición de «accesorio» en un sistema donde otros son los protagonistas, no hay desarrollo de personalidad, habilidades potenciales ni carácter. El sujeto queda estancado, sin alcanzar su madurez emocional o intelectual, como lo describió Jung con el concepto de puer aeternus.
Para alguien que aspire a ser un ser humano íntegro, es esencial observar estos paradigmas y tomar medidas contrafensivas para evitar caer en estos condicionamientos. A continuación, algunas pautas para hacerlo:
- Desarrollar y fortalecer una autoimagen autónoma, consistente y sólida, percibiéndose como «la persona a cargo de sí misma». Construir esta autoimagen es como esculpir su propio David, a través de la toma constante de decisiones, asignación de responsabilidades y tareas, además de mantener una humildad resiliente ante los errores y aciertos del día a día.
- Enfrentar y actuar ante los errores, fallos y limitaciones propias. Más que valentía, esto requiere sabiduría. Adoptar la actitud de un «aprendedor de por vida» es clave para cumplir esta pauta. Para que el aprendizaje florezca, el ego debe desaparecer, ya que ¿cómo reaprender algo que creemos que ya sabemos?
- Entender que las responsabilidades son oro. Cada experiencia, proyecto o meta es una oportunidad para probar nuestras habilidades en la «imprescindible escuela de la dificultad». Sin estos obstáculos, es difícil tangibilizar nuestras capacidades reales.
Finalmente, los beneficios de adoptar estas pautas para enfrentar los paradigmas condicionantes son:
- Seguridad y plenitud: Un individuo que se percibe a sí mismo, tanto mental como materialmente, como responsable de sus acciones, está lleno de propósito. La confusión mental se disipa y vive intensamente el presente, en un estado de crecimiento continuo.
- Reducción de la entropía personal: La entropía es el caos, la descomposición y la muerte. Una persona que ve en las responsabilidades una fuente de valor, emite un relato tanto interno como externo que sostiene una idea: «Estoy vivo y mejoro cada día». Múltiples estudios neurocientíficos respaldan esta afirmación.
- Determinación: Es el piloto de su propia nave, el Ulises de su propia Odisea, la Juana de Arco de su propia cruzada. Entiende que la felicidad no proviene del consumo de objetos, objetivos o personas, sino de la realización personal en el eterno presente.